
DECLARACIÓN DOCTRINAL
DE LA IGLESIA
El TABERNÁCULO DE ATLANTA
LAS SAGRADAS ESCRITURAS:
La Biblia es la revelación de Dios escrita la cual contiene 66 libros que fueron escritos por aproximadamente 40 hombres inspirados por Dios y que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son dados plena y verbalmente por inspiración del Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:20-21).
LA DOCTRINA DE DIOS:
Enseñamos que hay un único y verdadero Dios (Dt. 6:4; Is. 45:5-7), El cual es un espíritu inteligente, infinito (Jn. 4:24) y perfecto en todos sus atributos, Uno en esencia pero existiendo en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Sal. 139:8; Mt. 28:19; 2 Co. 13:14) los cuales merecen la misma adoración y obediencia (Hch. 17:24-29; 1 Co. 8:6; Ap. 19:10).
DIOS ES EL PADRE:
Enseñamos que Dios el Padre, la primera persona de la Trinidad, ordena y dispone todas las cosas de acuerdo a su propósito y gracia (Sal. 145:8-9; 1 Co. 8:6). Él es el creador de todas las cosas (Génesis 1:1-31) y el más alto y absoluto regidor del universo. Él es soberano en la creación, providencia y redención (Job 1:6; Salmos 103:9; Romanos 11:33).
DIOS ES EL HIJO:
Enseñamos que Jesucristo, la segunda persona de la trinidad, es verdadero Dios y verdadero hombre que es co-igual y co-eterno con el Padre (Juan 10:27-30, 14:9). Enseñamos que en la encarnación Jesucristo renunció solamente a las prerrogativas de deidad pero nada de la esencia divina o atributos, ya sea en grado o en clase.
Enseñamos que el Señor Jesucristo nació de una virgen (Mateo 1:23, Lucas 1:26-35) Su vida sin pecado (1 Pedro 2:21-22), sus milagros (Hechos 2:22), su obra de sustitución en la cruz (1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21), su resurrección corporal de entre los muertos (Mateo 28:6), 1 Corintios 15:3-4), su exaltación a la diestra de Dios (Filipenses 2:9-11; Hebreos 1:1-3)
DIOS EL ESPÍRITU SANTO:
Enseñamos que Dios el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad, es una Persona divina que posee emociones (Efesios 4:30), intelecto (1 Corintios 2:10-13) y una voluntad eterna (1 Corintios 12:11), no derivada, que reúne todas las excelencias divinas, y que, en estos, él es coigual y coeterno con el Padre y el Hijo (Hechos 5:3-4.
LA DOCTRINA DEL HOMBRE:
Enseñamos que el hombre fue directa e inmediatamente creado por Dios, a Su imagen y semejanza. El hombre estaba libre de pecado con una naturaleza racional, inteligencia, voluntad, libre determinación, y la responsabilidad moral (Génesis 2:25-25) El propósito de la creación del hombre fue la intención divina que él debía de glorificar a Dios, gozar de la comunión con Dios, vivir su vida en la voluntad de Dios, y esto es el cumplimiento el propósito de Dios para el hombre en el mundo (Isaías 43:7; Colosenses 1:16; Apocalipsis 4:11).
LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN:
La única esperanza de redención que tiene el hombre caído es a través de la sangre derramada por Jesucristo.
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Condiciones para la salvación – La gracia infinita de Dios trae salvación, ha sido manifestada a todos los hombres por la predicación del arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor Jesucristo. El hombre es salvo por la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, siendo justificados por gracia y por fe viniendo a ser herederos de Dios según la esperanza de la vida eterna (Lucas 24:46-47; Juan 3:3; Romanos 10:13-15; Efesios 2:8-9; Tito 2:11; 3:4-7)
2. La evidencia de la salvación- La evidencia interna para el creyente es el testimonio directo del Espíritu Santo (Romanos 8:16). La prueba externa para todo creyente es un vida de justicia y santidad verdadera (Efesios 4:24; Tito 2:11-12
BAUTISMO EN AGUA:
La ordenanza del bautismo por inmersión se establece en las Sagradas Escrituras. Todos lo que se arrepienten y creen en Jesucristo como Hijo de Dios, Salvador y Señor, tienen que ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). De esta manera se da un testimonio al mundo de que se ha muerto con Cristo y que juntamente con él se ha levantado a novedad de vida (Marcos 16:16; Romanos 6:140
BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO;
Todos los creyentes tienen derecho a la Promesa del Padre que es el bautismo en el Espíritu Santo (Luchas 24:49; Hechos 1:4-8). Todos deben buscarlo ansiosamente y ardientemente esperarlo. Con esta experiencia viene la investidura de poder vivir y servir victoriosamente en el Señor. Implica también la manifestación de los dones del Espíritu Santo y sus operaciones en la obra del ministerio y de la iglesia (1 Corintios 12; 1-31). Esta experiencia gloriosa es distinta y subsecuente a la experiencia del nuevo nacimiento (Hechos 10:44-46; 11:14-16; 15:7-9)